8.11.18

Anexo 6º – La actividad diplomática durante la Guerra del Chaco (1935-1938) - 3ra Parte

La actividad diplomática desde 01 de Enero de 1935 - el Protocolo de Paz del 12 Junio 1935 – hasta el 21 de Enero de 1936 – Repatriación de prisioneros
1935


La Revista Caras y Caretas acercando a las partes para el cese del fuego en el Chaco (Fuente: Wikipedia)
Situación en el frente - Enero 1935: nuevamente se tenía a la vista la cordillera de los chiriguanos, tradicionalmente reivindicada como límite histórico por el Paraguay, juntamente con el río Parapitpí. En Ybybobo las fuerzas bolivianas intentaron detener la ofensiva paraguaya, pero un movimiento envolvente efectuado el 30 de diciembre de 1934 hizo que, después de sangrienta acción, los bolivianos se rindieran. El grueso del ejército mandado por Peñaranda se refugió en Villa Montes, al otro lado del Pilcomayo, en plena montaña, y allí, fuertemente atrincherado, se aprestó a contener la ofensiva paraguaya. Caído Ybybobo, estos ocuparon el camino que une Villa Montes con Santa Cruz, quedando desde ese momento incomunicado Santa Cruz y abiertos los caminos de invasión del territorio boliviano. El 23 de enero de 1935 Carandayty y demás poblaciones civiles situado sobre ese camino cayeron en poder del Paraguay. Poco antes, el 16, fuerzas de avanzada se apoderaron de Santa Fe, sobre el río Parapetí. Prácticamente, al comenzar el año 1935, Bolivia había sido desalojada del Chaco y Paraguay llegaba con su Ejército, después de dos años y medio de campaña, hasta donde sólo Ayolas, Irala y demás conquistadores del siglo XVI habían logrado llegar.

La SdN aplica sanciones al Paraguay: recuperado el Chaco, después de tantos sacrificios, la opinión pública se resistió a que ese territorio se sometiera a un debate arbitral, como preconizaba la SdN. Invitado el Gobierno por el Comité Consecutivo a revisar sus observaciones al plan del 24 de noviembre, el Paraguay se ratificó en todas ellas. El Comité, estimando definitiva la negativa paraguaya, resolvió, el 16 de enero de 1935, aplicar el Artículo 15 y declaró que el Paraguay debía abstenerse de recurrir a la guerra contra Bolivia, por haber este país aceptado las recomendaciones. Tratándose de una guerra hacia tiempo declarada, la disposición no podía ser más curiosa y era de difícil aplicación. El Comité declaró que ya no había razón para la prohibición de suministrar armas a Bolivia. Sorprendida Paraguay por esta injusta decisión, estaba por retirarse de la SdN, cuando la Cancillería argentina, que también quedó sorprendida, pues su delegado en Ginebra Enrique Ruiz Guiñazú tenía instrucciones de no admitir sanciones que no se basaran en la previa determinación del agresor, envió a Luis Podestá Costa en misión confidencial ante el presidente Ayala, para sondear las posibilidades de que el Paraguay aceptase las recomendaciones de la Asamblea.



Reunión de la Comisión de la SdN
La misión de Podestá Costa: el enviado confidencial de la Cancillería argentina obtuvo éxito en Asunción pues el presidente Ayala se manifestó dispuesto a aceptar las recomendaciones convenientemente modificadas y toda vez que el Comité Consultivo revisara su decisión respecto del embargo de armas, y concretó sus observaciones en un plan que entregó el 31 de enero de 1935. La fórmula propuesta corregía las disposiciones referentes a seguridad y contenía un nuevo ordenamiento del procedimiento para llegar a la solución de las diferencias de fondo. La proyectada conferencia de la paz estaría constituida por representantes de Argentina, Brasil, Chile, EEUU, Perú y Uruguay, y ante ella las partes negociarían un arreglo de los límites por acuerdo directo o por arbitraje. Si no hubiera acuerdo arbitral, la Conferencia procedería a fijar la materia específica de la controversia. También se constituirá una conferencia de países vecinos, para estudiar los problemas económicos del Paraguay y Bolivia. En las conferencias entre Ayala y Podestá se estudió también una posibilidad de mediación americana, que sería apoyada por la Cancillería argentina, en caso del fracaso de la SdN. La Argentina puso en conocimiento a la Cancillería chilena las bases paraguayas, y ésta, el 14 de febrero de 1935, resolvió enviar a La Paz, como agente confidencial, a Félix Nieto de Río. La disposición en que éste encontró al canciller boliviano David Alvéstegui no era favorable a la modificación de las recomendaciones del 24 de noviembre. Alvéstegui no quiso admitir el plan tramitado por Podestá Costa en Asunción y que Chile, ahora, prohijaba.

Paraguay se retira de la SdN: el 24 de febrero de 1935 expiraba el plazo que la SdN fijó al Paraguay para la aceptación definitiva de las recomendaciones, hasta ese momento ningún resultado había obtenido la gestión argentino-chilena. Paraguay creyó llegado el momento de adoptar la actitud que correspondía al sentirse víctima de una injusta sanción por lo que el Canciller Riart se dirigió el 23 de febrero al Secretario General de la SdN anunciándole la determinación del Paraguay de retirarse de la misma.

Canciller del Paraguay Dr Luis Riart
El 11 de marzo de 1935 se reunió la Comisión Consultiva, y ante ella, el Secretario General planteó la situación del Chaco mediante una serie de preguntas que reflejaban el espíritu marcadamente hostil de la burocracia de Ginebra respecto al Paraguay. José María Cantilo, que había reemplazado a Ruiz Guiñazú como delegado de la Argentina, declaró que el Artículo 16 del Pacto no admitía la aplicación de sanciones sin la determinación del agresor, y que su país había votado las resoluciones del 16 de enero fue porque “entendió votar tan sólo una advertencia, una medida política, tendiente al fomento de la paz”, y no como medida correctiva, jurídica, derivada del pacto. Y en lo que respecta a la retirada del Paraguay, Cantilo declaró que era un acto de soberanía que debía ser considerado con todo respeto. La conjura de la Secretaria General no tuvo éxito, y cuando días después, el 14, las delegaciones de Argentina y Chile comunicaron que las gestiones que venían efectuando podían alcanzar buenos resultados, el Comité Consultivo resolvió diferir la cuestión del Chaco a la Asamblea, convocada al efecto para el 20 de mayo. Pero desde ese momento la cuestión escapó de la jurisdicción de Ginebra y los trabajos pacificadores quedaron radicados de nuevo en una instancia netamente americana.

Formación de un grupo mediador americano: el 9 de marzo de 1935 el Canciller Cruchaga Tocornal propuso la firma de pactos de honor entre los beligerantes y con los limítrofes, comprometiéndose a cesar la guerra y a no continuarla en lo futuro, con la garantía de los mismos limítrofes. El Paraguay encontró razonable la propuesta, pero expresó que no hallaba conducente anticipar opiniones antes de la constitución de un organismo mediador con un plan definido. El mando boliviano, consultado acerca del plan tramitado por Podestá Costa y Nieto del Río, lo aceptó, y entonces el Canciller Alvéstegui anunció que también lo aceptaría, con algunas modificaciones, y vinculándolo a la aceptación previa de los “pactos de honor” propuestos por Cruchaga. El 15 de marzo el Canciller chileno presentó un plan en que estaban incluidos tanto los pactos de honor como las recomendaciones del 24 de noviembre, con las modificaciones introducidas por Ayala y las que anunciaba Alvéstegui. La simultaneidad de las negociaciones amenazaba producir fricciones entre la Argentina y Chile. Saavedra Lamas no encontraba aceptables los pactos de honor y tampoco veía con buenos ojos que Chile asumiera la dirección de una mediación que había sido incluida conjuntamente.

Canciller de Chile Dr Miguel Cruchaga Tocornal
El presidente Ayala, previendo los inconvenientes que podrían cometer estas desinteligencias, instruyó a la Legación en Bs As que se insistiera en la necesidad de que se constituyese previamente el grupo mediador. “Nos parece más acertado – decía el memorándum del ministro Rivarola – constituir el grupo mediador en Buenos Aires, en la forma sugerida, o sea incluyendo a EEUU y Uruguay”. La indicación paraguaya fue atendida y el 1° de abril de 1935 las Cancillerías de Buenos Aires y Santiago, simultáneamente, invitaron a los Gobiernos del Brasil, EEUU y Perú a cooperar en sus esfuerzos.

Paraguay hace un llamamiento a Bolivia: la constitución del grupo mediador tropezó con un grave e inesperado inconveniente. En la relación de antecedentes, por omisión involuntaria, no se había hecho figurar al Brasil entre los países que integrarían la Conferencia económica sugerida por el presidente Ayala. Tampoco figuraban los EEUU, y en cuanto al Uruguay, no se le señalaba sitio en la misma. Todas estas omisiones motivaron una enérgica reacción del Brasil, protestando contra su exclusión de la proyectada Conferencia, se excusó de participar en las negociaciones para la solución del conflicto del Chaco.
El Gobierno paraguayo sabía que en Bolivia había disposición favorable para la paz y estaba sorprendido por las demoras en la constitución del grupo mediador, lo cual significaba la prolongación innecesaria de la guerra, que, según declaró el presidente Ayala, iba “llegando a su desenlace natural”. El 24 de abril Ayala hizo categóricas declaraciones en un discurso que pronunció en Itá. “Nuestro país – dijo – está pronto para poner fin a la lucha. Un día menos de guerra pagará el esfuerzo que se haga en conseguirlo. Confiamos en que se acordará la formación de un grupo mediador capaz de afrontar el problema en toda su amplitud… Estamos dispuestos a tratar con el Gobierno de Bolivia, aun sin mediadores. No encontrará en nosotros un enemigo implacable”.

Situación en el frente – Marzo/Mayo 1935: al tiempo en que Ayala formulaba este llamamiento, la guerra se desarrollaba en territorio plenamente boliviano. El 5 de abril de 1935 los paraguayos habían logrado vadear el río Parapití, cerca de Amboro, el 6 caía Coperé y el 8 estaban bajo su dominio las dos márgenes de ese río en una extensión de 100 kilómetros. Comenzaba la invasión del territorio de Santa Cruz, hacia cuyo corazón se adentró el Ejército paraguayo dividido en tres columnas. El 16 de abril cayó Charagua, la primera ciudad que sufría los efectos de la guerra y cuyos habitantes, de origen guaraní, recibieron con simpatía al invasor. El mando boliviano, para defender la ofensiva paraguaya que amenazaba los yacimientos petrolíferos de Camiri, realizó una audaz maniobra; descendiendo de las montañas, el 27 de abril, tropas bolivianas rebasaron el ala derecha paraguaya de la línea de Villa Montes, tomando Boyuibé. Desde ese momento el ejército expedicionario a Santa Cruz quedó gravemente amenazado de ser copado, al propio tiempo que los bolivianos, continuaron su avance, recuperaban La Penca, Tarairí hasta llegar a Mandeyupecuá, y ponía el peligro Carandayty. Fue necesario ordenar el repliegue de las fuerzas que operaban en Santa Cruz. El 23 de abril los bolivianos recuperaron Charagua y el 27 la lucha se intensificó en todo el extenso frente desde Villa Montes hasta Ingavi. El 16 de mayo las fuerzas paraguayas repasaron nuevamente el río Parapití y ese mismo día, los paraguayos, después de intensa lucha, volvieron a tomar a Mandeyupecuá, luego batieron a los bolivianos en el Cuervo y reanudaron la ofensiva en dirección al Parapití, obligando a las fuerzas bolivianas a replegarse hasta Huirapitindi, que fue de nuevo tomado el 28 de mayo. Las operaciones quedaron otra vez establecidas, y desde Huirapitindi hasta Palo Marcado, pasando por Mandeyupecuá y Machareti, ambos ejércitos, atrincherados, esperaron los resultados de las negociaciones diplomáticas que habían llegado a su fase final y decisiva.

Los Cancilleres se trasladan a Buenos Aires: no sin esfuerzo se obtuvo el 2 de mayo de 1935 que el gobierno brasileño aceptara las explicaciones que le fueron dadas. EEUU y Perú ya habían admitido su inclusión en el grupo mediador, el cual fue ampliado con el Uruguay y por fin el grupo mediador quedó constituido en Buenos Aires el 11 de mayo, con el Canciller  Saavedra Lamas y los representantes diplomáticos de Chile, Brasil, Perú, Uruguay y EEUU, quienes, colectivamente, se dirigieron ese día a los cancilleres del Paraguay y Bolivia invitándoles a trasladarse a Bs As. El 13 la invitación fue aceptada por el Paraguay, y el 16 por Bolivia, a cuyo canciller, Tomás Manuel Elío, que acababa de reemplazar a Alvéstegui, acompañaría la delegación ya constituida para la Conferencia de la Paz. Esta última determinación mostraba sobradamente el anhelo de paz que animaba a Bolivia. Consultado además, el mando boliviano había manifestado su criterio “de ir a la paz sin vencedores ni vencidos, y a condición de que se salve el decoro del país y del Ejército; que se vaya, en su caso, a una transacción territorial, sin pensar en ir a la confluencia de los dos ríos”.
El 26 de mayo de 1935 arribaron en Bs As los Cancilleres de los dos países beligerantes, también días antes había llegado a esa ciudad, correspondiendo a la vista del presidente Justo, el presidente del Brasil Getulio Vargas, a quien acompañaba el Canciller Juan Carlos Macedo Soares. Tanto el presidente Justo como el presidente Vargas y el canciller Macedo Soares, que quedó incorporado al grupo mediador, participaron activamente en las negociaciones, y en muchos casos decisivamente. La Delegación chilena fue completado con Félix Nieto del Río y la de los EEUU integrada por los embajadores Hugh Gibson y Alexander W. Weddell.
Al iniciar sus actividades el grupo mediador, el Canciller Riart sostuvo que la mediación no debía tener en cuenta ninguna de las gestiones anteriores, y que, por consiguiente, su punto de partida tenía que ser “el examen de la situación general y de las opiniones de las partes expresadas ante la mediación”. El gobierno paraguayo entendió que la intervención de los cancilleres debía estar limitada a las negociaciones para el inmediato cese de las hostilidades con seguridades adecuadas y al procedimiento en general para la conferencia de paz, una vez logrado el fin de las hostilidades con garantías de seguridad, Riart proponía que la mediación se constituyese en Conferencia de la Paz con los siguientes fines: 1° definición de los límites entre el Paraguay y Bolivia, sea por convenio, sea por arbitraje; 2° establecimiento de un régimen de tránsito, de comercio y de navegación que convenga a la posición geográfica de los contendientes; 3° facilidades o concesiones de distinto género destinadas a favorecer el desarrollo de los países beligerantes; 4° responsabilidad de la guerra.




Tapa de la revista CARAS Y CARETAS – Año XXXVIII - Num 1916 -Buenos Aires , 22 de junio de 1935 - El Dr Tomás Elío, ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia y el Dr Luis A. Riart, ministro de Relaciones Exteriores de Paraguay, los "cancilleres representantes de sus respectivos países en las tramitaciones por la paz del Chaco realizadas con éxito en Buenos Aires y en las que han sabido actuar con dignidad y altura"    
La delegación chilena insistió en que se tuvieran en cuenta las anteriores gestiones, pero el canciller brasileño zanjó la cuestión proponiendo en nombre del presidente Vargas una tregua inmediata para entrar a negociar los problemas controvertidos, prescindiendo de lo actuado anteriormente. Aunque esta primera proposición no tuvo éxito, fue la base de otras y de contraproposiciones de las partes, en que pudo verse que eran muchos los puntos de contacto en las posiciones de ambos contendientes en las cuestiones fundamentales. Al fin Bolivia estaba de acuerdo con el Paraguay en que lo primordial era que cesaran las hostilidades, con seguridades suficientes y sobre las bases de las posiciones actuales. El Paraguay, por su parte, estaba de acuerdo con Bolivia en que, simultáneamente con el cese de la lucha, había que estipular las bases de arreglo de las diferencias en cuanto a límites, por acuerdo directo o por arbitraje. Las únicas dificultades eran, por parte del Paraguay, el temor de que las garantías no fueran suficientes y que Bolivia sólo buscara una tregua para rehacerse de sus pérdidas, y por parte de Bolivia, el temor de que el Paraguay, conservando sus posiciones, dilatase la solución final y no se aviniera a someterse al arbitraje. Estas dificultades no parecían insuperables y los mediadores, asistidos por el presidente Justo, que intervenía personalmente cada vez que era necesario, trabajaron con infatigable afán para allanarlas y hacer posible el acuerdo total.

El Canciller Elío adopta una actitud conciliadora: casi todos los puntos de vistas anteriores de Bolivia habían sido abandonados. Las opiniones del mando militar, de acuerdo con la situación de los ejércitos, influyó en esta actitud y a ello contribuyó también la firme decisión del Canciller Elío, quien, apremiado por las intransigencias de algunos de los delegados de su país, particularmente Bautista Saavedra, el 5 de junio de 1935 declaró ante la delegación boliviana: “Si la mediación pacifista fracasa, por nuestras intransigencia o por un mal entendido patriotismo, pues a veces ambos términos se confunden, será muy grave nuestra responsabilidad”. Refiriéndose al expresidente Salamanca y a su desdén por los procedimientos de conciliación, agregó: “Pero la realidad es que el señor Salamanca arruinó al país y lo arruinó por muchos años. He aquí una dolorosa realidad, que, como ejemplo, es bueno recordar. Prácticamente hemos perdido el Chaco” y terminaba “Dejar que continúe la guerra, que ha de mejorar la posición diplomática de Bolivia, es colocar al país en una peligrosa aventura. Tres años de experiencia son suficientes para imponer una política de cordura. No es posible hundir a la nación a base de puras fantasías”


Imágenes de los principales protagonistas de la actividad diplomática que llevó al Protocolo de Paz
Paraguay propone una paz sin vencedores: si el curso de la guerra había aplacado la intransigencia oficial de Bolivia, en el Paraguay, el calor de los éxitos militares, había quienes sostenían que la suerte de las armas daba derecho a imponer las condiciones propias de un vencedor. Ayala no compartió esta opinión porque sabía que Bolivia aún no había sido aplastada. Había perdido el Chaco, pero sus centros poblados se hallaban casi intactos, su extenuación no era sino un poco mayor de la que el Paraguay había producido el inmenso esfuerzo de los tres años de guerra. Ciertamente Bolivia no tenía ninguna probabilidad de reaccionar inmediatamente en el terreno militar, pero el alejamiento de sus bases, la situación económica y el cansancio general, no hubieran permitido al Paraguay multiplicar el esfuerzo en el grado necesario para romper el equilibrio y para llevar la guerra al territorio boliviano hasta imponer la paz anhelada por el patriotismo. El presidente Ayala estaba dispuesto a asumir valientemente la responsabilidad de una paz de iguales.
La proposición formal de paz que el 7 de junio presentó el Canciller Riart al grupo mediador estaba inspirada en este deseo de concertar una paz que Bolivia pudiera firmar sin humillación. Se adoptaban todas aquellas medidas que el Paraguay consideraba indispensables para su seguridad militar y que Bolivia ya había aceptado con anterioridad; y en cuanto al procedimiento para llegar a la solución de las cuestiones de fondo, se establecía que la Conferencia de la Paz debía “promover la definición de los límites entre el Paraguay y Bolivia, por convenio entre las partes, o por celebración entre éstas del compromiso arbitral, con designación de la Corte de Arbitraje de La Haya como árbitro”.

Se llega a un acuerdo el 9 de Junio de 1935: el proyecto Riart fue aceptado por Elío casi íntegramente, sólo ponía objeciones a la falta de precisión en cuanto a la seguridad de la concertación del compromiso arbitral, para el caso de no llegarse al acuerdo directo. El embajador de Perú, Barreda Laos, encontró el día 8 la fórmula que contemporizaba con esa exigencia boliviana. Decía que la Conferencia de la Paz debía “promover la resolución del diferendo territorial o de límites, entre Bolivia y Paraguay, por acuerdo directo entre las partes, siendo entendido que Bolivia y Paraguay, caso de no alcanzar éxito las negociaciones directas, asumen por este convenio la obligación de resolver el diferendo del chaco por medio del arbitraje de derecho, designando desde ahora como árbitro a la Corte Permanente de Justicia Internacional de la Haya. El compromiso arbitral, en todo caso, quedará suscrito en el término máximo de noventa días, prorrogables hasta ciento ochenta, por la Conferencia de Paz de acuerdo con las partes”. Riart aceptó la fórmula de Barrera Laos, menos en lo que se refería al plazo para subscribir el compromiso arbitral, y aquella fue suprimida para ser reemplazada por otra que decía: “La Conferencia de Paz pondrá término a las negociaciones directas cuando en su concepto haya llegado el momento de declarar que mediante ellas no es posible lograr el arreglo definitivo; llegado este paso se pasará a la concertación, por las partes, del compromiso arbitral, no pudiendo la Conferencia de Paz clausurar sus funciones en tanto que ese compromiso arbitral no quede definitivamente concertado”.
En la madrugada del 9 de junio de 1935 Riart y Elío aceptaron esta fórmula, quedando allanado el último obstáculo para llegar a la paz. El texto completo del protocolo fue sometido a los Gobiernos para su aprobación definitiva, pero surgieron algunas dificultades imprevistas. El presidente Tejada Sorzano instruyó el 10 de junio a Elío para que procurara introducir dos modificaciones en el protocolo: una; por la cual la cuestión integral tendría que pasar automáticamente, en un plazo de noventa días, en caso de falta de acuerdo o de no aprobación constitucional del compromiso arbitral, a la jurisdicción arbitral de La Haya, y dos; que el territorio ocupado por las armas no podría ser objeto de “ningún acto de dominio o señorío, quedando sujeto al control de vigilancia de la Comisión militar neutral prevista en el Protocolo hasta el final de la contienda”. A lo cual, Elío insistió en que el Protocolo fuera aprobado en su texto íntegro y amenazó con su renuncia. El 11 de junio el Gobierno de Tejada Sorzano aprobó el Protocolo, y como el presidente Ayala ya había dado a Riart análoga autorización, quedó concertado para el 12 de junio la firma del Convenio.

Firma del Protocolo de Paz (Ver la transcripción al final del anexo): el 12 de junio de 1935, con gran solemnidad y en medio de júbilo de América, se firmó el protocolo por el cual se convenía el cese definitivo de las hostilidades sobre la base de las posiciones actuales de los beligerantes, se adoptaban medidas de seguridad encaminadas a evitar la reanudación de la guerra y se ratificaba el reconocimiento por los beligerantes de la declaración del 3 de agosto de 1932 sobre adquisiciones territoriales.



12 de junio de 1935. Firma del Protocolo de Paz en el Salón Blanco de La Casa Rosada, Argentina. El presidente de la República Argentina, Gral. Agustín P. Justo, tiene a su derecha, al canciller boliviano Tomás Manuel Elio, al canciller brasileño José Carlos de Macedo Soares; a la izquierda, al canciller argentino Carlos Saavedra Lamas y al canciller paraguayo Luis Riart en el momento de su firma
La Conferencia de la Paz debía ser convocada por el presidente de la Argentina, con los fines siguientes: 1° ratificar solemnemente el Convenio; 2° resolver las cuestiones prácticas que surgieran en la ejecución de las medidas de seguridad; 3° promover la resolución de los diferendos entre Paraguay y Bolivia por acuerdo directo entre las partes; siendo entendido que esos países, caso de no alcanzar éxito las negociaciones directas, asumirían la misión de resolver los diferendos del Chaco por medio del arbitraje de derecho, designando desde entonces como árbitro a la Corte Permanente de Justicia Internacional de la Haya. La Conferencia de la Paz pondría término a las negociaciones directas cuando en su concepto hubiese llegado el momento de declarar que mediante ella no era posible lograr el arreglo definitivo; llegado este paso se pasará a la concertación, por las partes, del compromiso arbitral, no pudiendo la Conferencia de la Paz clausurar sus funciones en tanto que ese compromiso arbitral no quedara definitivamente concertado; 4° promover oportunamente el canje y repatriación de prisioneros, de acuerdo con el Derecho de Gentes; 5° establecer un régimen de tránsito, comercio y navegación que contemplare la situación geográfica de las partes; 6° promover facilidades y convenios destinados a impulsar el desarrollo de los países beligerantes.

La Conferencia de la Paz debía constituir una Comisión Internacional que dictaminara acerca de las responsabilidades provenientes de la guerra. Las posiciones de los ejércitos en lucha, sobre cuya base se concertaba el alto en la lucha, debía ser determinadas en el terreno mediante una Comisión militar neutral integrada por representantes de las naciones mediadoras, debiendo las líneas de separación ser mantenidas bajo la garantía de la Conferencia de la Paz, a cuyo efecto la Comisión militar neutral las vigilaría y las controlaría. Las medidas de seguridad adoptadas consistían en; la desmovilización de los ejércitos en un plazo de noventa días, hasta un límite máximo de cinco mil hombres; la obligación de no hacer nuevas adquisiciones de materia bélico, sino para el indispensable para la reposición, hasta la concertación del Tratado de la Paz, y el compromiso de no agresión. Se encargó a la Comisión militar neutral el cuidado de la ejecución de las medidas de seguridad hasta que se hicieran efectivas en su totalidad en cuyo término la Conferencia de la Paz debía declarar terminada la guerra.


Plaza de Mayo-Argentina; la ciudadanía espera la resolución del Protocolo y rompe en vítores al conocer el resultado. La paz vuelve a América.
El 14 de Junio de 1935 cesa el fuego en el Chaco: la última batalla en el Chaco fue en Ingavi, donde se combatió desde el 30 de mayo hasta el 8 de junio, día en que los paraguayos obligaron a los bolivianos a rendir sus armas. La orden de alto el fuego sorprendió a las tropas paraguayas en pleno avance sobre Rabelo. El 14 de junio, a las doce, de acuerdo con el Protocolo firmado dos días antes y estando presente la Comisión militar neutral, que fue constituida con la presidencia del Grl (EA) Martínez Pita, cesó el fuego a todo lo largo del extenso frente. Inmediatamente soldados paraguayos y bolivianos confraternizaron al borde de las trincheras.


Las publicaciones tratan profundamente sobre la gran noticia - Fin de la Guerra.

La Comisión militar neutral cumplió su tarea de fijar mediante hitos las líneas de separación, y promovió dos entrevistas entre los comandantes de los ejércitos del Paraguay y Bolivia, Estigarribia y Peñaranda. La primera se efectuó el 18 de junio en Villa Montes; la segunda, el 24 en Capirenda, Estigarribia dijo en esta ocasión: “Tengo el placer de expresaros que es para mí motivo de honra y sincera satisfacción contar en mi mesa, en estos momentos, con la presencia del Grl Enrique Peñaranda, gran soldado boliviano, conductor capaz del Ejército de su patria, y es más honra esa satisfacción cuando pienso que este acto significa el acercamiento feliz e íntimos a que están llamados nuestros dos países y que debemos tratar, por patriotismo y sentido americanista, sea pronto una verdadera realidad”. Peñaranda contestó: “Nuestros puntos de vistas no son incompatibles con los vuestros. Y estoy seguro de ello, porque hay fundamentales, profundas razones históricas, geográficas y de intereses actuales, dentro de las cuales vuestra patria y la mía pueden hacer obra común en su marcha ilimitada y segura hasta el progreso. Quizás tenemos en nuestras manos, Grl Estigarribia, la clave histórica del futuro de una buena parte de América”.



El Desfile de Victoria se realizará el 22 de Agosto 1935 y participarán 7000 integrantes del Ejército Paraguayo que acaban de regresar del Chaco luego de tres años de guerra y desfilarán por las calles de Asunción de la siguiente manera: en el desfile militar participarán integrantes del Ejército, Aviación, la Artillería, la Sanidad y la Intendencia. También desfilará la Marinería, Comunicaciones y otras unidades menores. El Grl Estigarribia encabezará la marcha montado sobre un caballo, luego le seguirán su ayudante y los jefes y oficiales de su Estado Mayor. A ellos los seguirán el 1erCE comandados por el Cnl Carlos José Fernández. Posteriormente se abrirán paso el 2doCE liderado por el Cnl Rafael Franco y por último el 3erCE comandado por el Cnl Nicolás Delgado. Por parte de la Fuerza Aérea, 12 aviones sobrevolarán el desfile, entre los cuales se encuentran cuatro Potez 25 (tripulados por los capitanes José María Fernández y Carmelo Peralta, y los tenientes Luis Tuya y Homero Duarte) además de dos Fiat C.R.20, y varios aviones de transporte.
Desfile de la Victoria en Asunción: al terminar la desmovilización el Grl Estigarribia hizo su entrada en Asunción, al frente de sus tropas y en medio de júbilo popular. El Congreso acababa de crear para él, el grado de General de Ejército y de otorgarle una pensión vitalicia. El mensaje del presidente Ayala, a quien correspondió la iniciativa, decía: “Designio del proyecto es premiar con una jerarquía excepcional al ilustre jefe militar que ha mandado el Ejército durante la campaña del Chaco. Una democracia se honra al reconocer y consagrar los méritos de los ciudadanos que mueren por el bien de la Patria. No ha de esperar que ello desaparezca ni ha de limitarse el reconocimiento nacional a título honorífico. El Grl Estigarribia, por sus condiciones intelectuales y de carácter, y por su juventud, está llamado a prestar eminentes servicios por mucho tiempo a la Nación. Es nuestro deber independizarle de los cuidados materiales, que hasta hoy ha sacrificado con entero desprendimiento. El general es un prócer paraguayo de la más pura estampa” 


Acto en la Ciudad de Asunción con la presencia del presidente Dr Eusebio Ayala y del Grl José Estigarribia.
Homenaje al Presidente Ayala: el Congreso, valorando lo que la hábil y enérgica conducción nacional en manos del Dr Eusebio Ayala había significado para la defensa del Chaco, le rindió también un homenaje excepcional. Le condecoró con una medalla especialmente creada que le fue entregada en una sesión pública durante la cual el presidente del Congreso, Dr Casal Ribeiro, rindió justicia a los méritos que Ayala había conseguido ante la gratitud nacional. El presidente Ayala expresó que los resultados obtenidos se debían al esfuerzo común, agregando que en la guerra del Chaco se comprobó cual era la capacidad paraguaya, manifestada en la lucha a pesar de los lúgubres vaticinios del pesimismo. “El desaliento – dijo – ha rondado por las esferas en donde se escudriña más el pasado que el alma del presente y en donde la aureola de lo legendario empaña la visión de las nuevas realidades. Hemos esgrimido la Historia para condenar a las generaciones a que pertenecemos; hemos enseñado nuestro pasado como la cumbre de donde fuimos precipitados al abismo de la decadencia. La guerra del Chaco reanudó el curso de nuestra historia y restableció la filiación de los sucesos”

Se reúne la Conferencia de la Paz: para buscar la solución del problema de fronteras entre el Paraguay y Bolivia, inauguró sus deliberaciones en Buenos Aires, el 1° de julio de 1935 la Conferencia de Paz, integrada por representantes de los exbeligerantes y de Argentina, Brasil, Chile, EEUU, Perú y Uruguay, bajo la presidencia del Canciller Dr Carlos Saavedra Lamas. La jefatura de la Delegación paraguaya fue confiada al Dr Gerónimo Zubizarreta y el Dr Elío continuó dirigiendo la de Bolivia.
Mientras la Comisión militar neutral vigilaba sobre el terreno la desmovilización de los ejércitos, la Conferencia se dedicó al estudio de las diversas cuestiones cuya solución debía promover de acuerdo con el Protocolo de Paz, obrando sus miembros neutrales como cuerpo mediador.

El primer acuerdo a que llegó fue el de la constitución de una Comisión internacional que debía dictaminar sobre las responsabilidades de la guerra, pero que nunca tuvo vida por acuerdo tácito de los exbeligerantes. La desmovilización se realizó sin ningún incidente dentro de los noventa días fijados por el Protocolo, Bolivia licenció 54.105 y Paraguay 46.515, hasta quedar reducido ambos ejércitos al máximo estipulado de 5.000 soldados.
Terminada la desmovilización, la Comisión militar neutral regresó a Buenos Aires y la Conferencia de la Paz, después de aprobar sus informes, dictó una resolución declarando terminada la guerra entre el Paraguay y Bolivia.

La Conferencia propone una línea de frontera: sugerida por el presidente de la Comisión militar neutral, Grl (EA) Martínez Pita, la Conferencia de la Paz formuló a las partes, el 15 de octubre de 1935, una proposición de arreglo de la cuestión de fronteras, que consistió en una línea diagonal desde un punto situado entre Bahía Negra y el río Negro y la intersección del paralelo 22 en el río Pilcomayo. La fórmula estaba inspirada por el pensamiento de dividir el Chaco en dos partes más o menos iguales y en conceder a Bolivia una porción, aunque fuera mínima y completamente inutilizable, del litoral del río Paraguay. La Delegación paraguaya rechazó terminantemente el proyecto, por considerar que vulneraba gravemente “sus intereses y derechos fundamentales”. Decía la nota paraguaya: “Las líneas que sugiere son puramente geométricas, vale decir artificiales. Sólo alcanzamos a ver en él un criterio puramente transaccionista, que por resultar en desmedro del ya escaso patrimonio territorial de nuestro país, nos es imposible aceptar”. Y continuaba: “Bolivia apeló a la guerra para apoderarse de ese mismo territorio. El litoral fue el norte de la invasión boliviana y el propósito quedó frustrado por la guerra misma. ¿El Paraguay ha de pagar esa conducta, que le ha costado sangre y dolores, con el premio de una concesión que importaría el sacrificio de una gran parte de su territorio”. La Delegación paraguaya, en contrapropuesta decía; tomar como punto de partida de la solución el reconocimiento de la soberanía paraguaya sobre el polígono determinado por las líneas de las posiciones ocupadas en aquellos momentos, sin perjuicio de someter a arbitraje el resto del territorio occidental. Bolivia tampoco aceptó la fórmula de la Conferencia, haciendo a su turno otra contraposición: sugirió la línea Fuerte Olimpo-Fortín Linares.

Prisioneros bolivianos en algún lugar cercano a Asunción a la espera de repatriación
Repatriación de prisioneros (se amplía en ANEXO 12º – las acciones del CIRC...): fracasada esta primera tentativa de arreglo de la cuestión principal, la Conferencia de la Paz se concentró en la negociación de un acuerdo sobre la devolución recíproca de los prisioneros de guerra. La delegación paraguaya sostuvo que por los usos internacionales no cabía la liberación total de los cautivos sino después del Tratado definitivo de Paz. Bolivia alegó que la declaración de terminación de la guerra equivalía a ese tratado a los efectos de la devolución de los prisioneros. La Conferencia interesada en que se obtuviera la libertad de los cautivos, destacó una delegación especial a Asunción y finalmente el Paraguay, rindiéndose a las razones humanitarias alegadas, aceptó por el acta protocolizada del 21 de enero de 1936 que se procediera a la devolución recíproca de los prisioneros, sin esperar la concertación del tratado definitivo de paz. Por el mismo documento quedaron confirmadas las obligaciones derivadas del Protocolo del 12 de junio relativas a la Conferencia de la Paz; a la cesación definitiva de las hostilidades sobre la base de las posiciones, tal como ellas habían sido determinadas por la Comisión militar neutral; a las medidas de seguridad cuya subsistencia, después de la declaración de terminación de la guerra, era objeto de controversias, y al reconocimiento de la doctrina del 3 de agosto. De este modo se dio carácter de estatuto territorial provisional a la demarcación de las posiciones militares, hecha por el Protocolo del 12 de junio solamente a los efectos del término de las hostilidades. La Conferencia, poco después, entraba en receso, después de constituir una Comisión ejecutiva.
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Protocolo de Paz del 12 de junio de 1935En Buenos Aires, a los doce días del mes de junio del año mil novecientos treinta y cinco, reunidos en el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de la República Argentina los Excelentísimos señores, doctor Tomás M. Elío, Ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia y doctor Luis A. Riart, Ministro de Relaciones de la República del Paraguay, con asistencia de los miembros que forman la Comisión de Mediación constituida para promover la solución del conflicto existente entre la República de Bolivia y la República del Paraguay, a saber: Excmo. Doctor don Carlos Saavedra Lamas, Ministro de Relaciones Exteriores y Culto de la República Argentina Excmo. Señor doctor José Carlos de Macedo Soarez, Ministro de Relaciones Exteriores de la República de los Estados Unidos del Brasil y Excmo. Señor doctor José Bonifacio de Andrada e Silva, Embajador de los Estados Unidos del Brasil; Excmo. Señor doctor Luis Alberto Cariola, Embajador de la república de Chile y Excmo. Señor doctor Félix Nieto del Río, Delegado Plenipotenciario de la República de Chile; Excmo. Señor Alexander Wilbourne Weddell, Embajador de los Estados Unidos de América y Excmo. Señor Hugo Gibson, Embajador Especial Plenipotenciario de los Estados Unidos de América; Excmo. Señor doctor Felipe Barreda Laos, Embajador de la República del Perú y Excmo. Señor doctor Eugenio Martínez Thedy, Embajador de la República Oriental del Uruguay.
Exhibidos que fueron los plenos poderes de los excelentísimos señores Ministros de Relaciones exteriores de la República de Bolivia y de la República del Paraguay, y encontrados en buena y debida forma resolvieron, bajo los auspicios de la expresada Comisión de Mediación, concertar “ad referéndum” de sus respectivos Gobiernos las siguientes bases:
I. Solicitar del Grupo Mediador se sirva rogar al Excmo Señor Presidente de la Nación Argentina que convoque, inmediatamente, la Conferencia de Paz, con los fines consiguientes:
1. Ratificar solemnemente el presente Convenio.
2. Resolver las cuestiones prácticas que surjan en la ejecución de las medidas de seguridad adoptadas para la cesación de las hostilidades.
3. Promover la resolución de los diferendos entre Bolivia y Paraguay por acuerdo directo entre las partes, siendo entendido que Bolivia y Paraguay, caso de no alcanzar buen éxito las negociaciones directas, asumen por este Convenio la obligación de resolver los diferendos del Chaco por medio del arbitraje, designado desde ahora como árbitro a la Corte Permanente de Justicia Internacional de La Haya.
4. La conferencia de Paz pondrá término a las negociaciones directas, cuando en su concepto haya llegado el momento de declarar que mediante ellas no es posible lograr el arreglo definitivo; llegado este caso se pasará a la concertación, por las partes, del compromiso arbitral, no pudiendo en Conferencia de Paz clausurar sus funciones en tanto que ese compromiso arbitral no quede definitivamente concertado.
5. Promover, cuando lo considere oportuno, el acuerdo entre partes con relación al canje y repatriación de prisioneros teniendo presente los usos y principios del derecho internacional.
6. Establecimiento de un régimen de tránsito, comercio y navegación, que contemple la posición geográfica de las partes.
7. Promover facilidades y convenios, de distinto género, destinado a impulsar el desarrollo de los países beligerantes.
8. La Conferencia de Paz constituirá una comisión internacional que dictaminará acerca de las responsabilidades de todo orden y clase provenientes de la guerra; si las conclusiones de dicho dictamen no son aceptadas por alguna de las partes, resolverá en definitiva la Corte Permanente de Justicia Internacional de La Haya. Los Gobiernos de la República de Bolivia y de la República del Paraguay se comprometen a obtener, en el término de diez días de la fecha de firmado este Convenio, su aprobación legislativa.

II. La cesación definitiva de las hostilidades sobre la base de las posiciones actuales de los ejércitos beligerantes. Las posiciones de los ejércitos en lucha se determinan en la siguiente forma:
a) Acuérdase una tregua de doce días con el objeto de que una comisión militar neutral, formada por representantes de las naciones mediadoras, fije líneas intermedias de las posiciones de los ejércitos beligerantes. La tregua comenzará a horas veinticuatro, meridiano de Córdoba, del día en que la Comisión Militar Neutral, traslada ya al teatro de operaciones, se considere lista para iniciar su misión. La Comisión Militar Neutral oirá a los comandos beligerantes para determinar la línea de separación de los ejércitos, y resolverá los casos de discrepancias. Cumplido su cometido comunicará a la Conferencia de Paz.
b) Vencido el plazo de la tregua establecido por el inciso a) la Conferencia de Paz lo prolongará hasta la ejecución total de las medidas de seguridad previstas en el artículo III.
c) La Comisión Militar Neutral, dispondrá las modificaciones que aconseje la experiencia en la línea de separación de los ejércitos, después de oír a los comandos beligerantes.
d) Las líneas de separación de los ejércitos, durante la tregua y su prórroga, serán mantenidas bajo las garantías de la Conferencia de Paz, a cuyo objeto la Comisión Militar Neutral las vigilará y controlará.



III. La adopción de las siguientes medidas de seguridad:
1. La desmovilización de los ejércitos beligerantes en el plazo de noventa días, a partir de la fecha de la fijación de la línea de separación de los ejércitos a que se refiere el artículo II, en la forma que establezca la Comisión Militar Neutral, después de oír a los comandos beligerantes, y hasta el límite fijado en el inciso siguiente.
2. La reducción de los efectivos militares a la cifra máxima de cinco mil hombres.
3. La obligación de no hacer nuevas adquisiciones de material bélico, sino el indispensable para la reposición, hasta la concertación del Tratado de Paz.
4. Las partes, al suscribir ante los mediadores el presente Convenio, contraen el compromiso de “no agresión”. La Comisión Militar Neutral tendrá a su cargo el Control de la ejecución de las medidas de seguridad hasta que se hagan efectivas en su totalidad. Cumplidas que sean éstas, la Conferencia de Paz declarará terminada la guerra. Indicada que sea sobre el campo de operaciones la ejecución de las anteriores seguridades y garantías militares, las cuales deberán quedar totalmente ejecutadas en el plazo máximo de noventa días ininterrumpidos, se iniciará también, al mismo tiempo, el estudio de los diferendos, y la Conferencia de Paz ejercerá las funciones especiales en el artículo I.

IV. Queda reconocida por los beligerantes la declaración del tres de agosto de mil novecientos treinta y dos sobre adquisiciones territoriales.

V. En homenaje a los sentimientos de humanidad de los beligerantes y mediadores, quedan suspendidos los fuegos a partir del día catorce de junio a las doce horas (Meridiano de Córdoba) En virtud de lo cual suscriben de común acuerdo, conjuntamente los representantes de los Estados Mediadores, y en doble ejemplar, el presente Protocolo, que sellan y firman en la fecha y lugar arriba indicados: Tomás Ml. Elío - Luis A. Riart - Carlos Saavedra Lamas – José Carlos de Macedo Soarez - José Bonifacio de Andrada e Silva - Luis Alberto Cariola - F. Nieto del Río - Alexander Wilbourne W.- Hugh Gibson - Felipe Barreda Laos - Eugenio Martínez Thedy.

Protocolo Adicional - A objeto de dar cumplimiento a lo establecido en el artículo V, y del Protocolo firmado en esta fecha, las Altas Partes Contratantes solicitan de la Comisión de Mediación el envío inmediato de la Comisión Militar Neutral al frente de operaciones.
Una vez allí, reglará el cese del fuego previsto en el citado artículo V y comenzará el trabajo de fijación de la línea de separación de los ejercicios, estipulado en el artículo II, inciso a), del Protocolo Principal. Ratificado que sea el Protocolo Principal por los Congresos de Bolivia y del Paraguay, en el término de diez días establecido para el efecto, el cese provisorio del fuego, a que se refiere el presente Protocolo Adicional, se convertirá automáticamente en la tregua inicial prevista para la cesación definitiva de las hostilidades en el artículo II, inciso a), del Protocolo principal; y, en caso contrario, esto es, de no producirse dicha ratificación fenecerá ipso-facto la suspensión de los fuegos a que se refiere el artículo V antes mencionado.
En fe de lo cual suscriben el presente Protocolo Adicional en doble ejemplar, en Buenos Aires, a doce de junio de mil novecientos treinta y cinco. Tomás M. Elío - Luis A Riart - Carlos Saavedra Lamas – José Carlos de Macedo Soarez - Luis Alberto Cariola - F. Nieto del Río - Alexander Wilbourne W.- Hugh Gibson - Felipe Barreda Laos - Eugenio Martínez Thedy.

Fuentes: “La Paz del Chaco”. Ministerio de Defensa de Bolivia. Memorias Históricas. Publicaciones Oficiales. La Paz. 2012 - Memoria de la Casa de la Libertad. Sucre. Bolivia. 1956. Biblioteca del Senado de la República de Bolivia. La Paz. 1988
Masamaclay. Historia Polìtica, Militar y Diplomática de la guerra del Chaco”. Roberto Querejazú Calvo. La Paz. Bolivia 1975

Ministerio de Relaciones Exteriores del Paraguay - Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de la República Argentina. 
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Continúa en el; Anexo 6 - 4ta Parte - La actividad diplomática en la Guerra del Chaco (1932/1935) - Desde Febrero de 1936 a la Rúbrica del Tratado el 09 Julio 1938 – Tratado de Paz del 21 de Julio de 1938 – Abril de 2009; Memoria final de demarcación de límites








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