Con el presupuesto militar más bajo de la historia “0,7 % del PBI”, nuestro país enfrenta graves problemas a la hora de poseer una fuerza que actúe de manera disuasiva.
Desfile del Ejército Argentino (Fuente: infobae.com)
Introducción
La Defensa Nacional es la capacidad de garantizar de modo permanente los intereses vitales de nuestro país. La Constitución Nacional (CN) en su Preámbulo lo expresa taxativamente: “Proveer a la defensa común”, y la Ley 23554 (promulgada por el presidente Raúl Alfonsín en 1988) establece en su Artículo 2º: “La Defensa Nacional es la integración y la acción coordinada de todas las fuerzas de la Nación para la solución de aquellos conflictos que requieran el empleo de las Fuerzas Armadas (FFAA), en forma disuasiva o efectiva, para enfrentar las agresiones de origen externo. Tiene por finalidad garantizar de modo permanente la soberanía e independencia de la Nación Argentina, su integridad y capacidad de autodeterminación…”.
La soberanía, como la capacidad de imperio sobre todo lo que es propio, es la esencia de la existencia del Estado. Ningún organismo internacional o multinacional puede garantizar, de manera confiable, la integridad territorial, la capacidad de autodeterminación y la libertad de la Nación; la función de la defensa es una responsabilidad indelegable del Estado
Acorde con lo expresado, es curioso que el PEN, a propuesta del ministerio del área, mediante el Decreto 727/2006 modificara la Ley de Defensa y agregara a continuación de “…agresiones de origen externo”… perpetradas por fuerzas armadas pertenecientes a otro/s Estado/s. Peligrosa autolimitación en el empleo legal de la fuerza disuasiva, pues niega la posibilidad de la llamada "guerra híbrida", que es una combinación de fuerzas irregulares, fuerzas regulares encubiertas y acciones en el ciberespacio.
Posteriormente por Decreto 683/2018 el PEN anuló el decreto citado volviendo al texto original de la ley. Por último, por Decreto 571/2020 el PEN anuló dicho decreto y volvió la vigencia del decreto del año 2006.
El contexto
El contexto internacional actual no es el de la denominada Guerra Fría: bipolar, estructurado y predecible. Por el contrario, es multipolar, poco estructurado, imprevisible e inestable. Todo se conoce en tiempo real y lo sólido puede desvanecerse. Es obvio resaltar que en la región vivimos un clima de paz y confianza, pero el mundo actual está colmado de conflictos, unos visibles y otros latentes. No es necesario buscar escenarios posibles en los tratados de polemología (1) pues, como asegura Eric de La Maisonneuve, “se desarrollan frente a nuestros ojos a escala natural”.
La interdependencia del sistema internacional y la ausencia de certezas indican que ningún país es ajeno a los desafíos (riesgos y amenazas) que acometen al mundo, por lejanos o insólitos que hoy se perciban. El conflicto es un fenómeno constitutivo, ineludible e inseparable de las relaciones humanas en la búsqueda de sus intereses.
Hipótesis de conflicto
- la Patagonia, vacío espacio geopolítico (30 % de la superficie del país y solo el 5% de la población), joya de materias primas;
- el mar Argentino (quinto litoral marítimo del mundo, con más de 6 mil km de costas, una extensa Plataforma Continental rica en recursos minerales, hidrocarburos y pesca), totalmente desprotegido y con proyección hacia la Antártida;
- el Acuífero Guaraní (tercer reservorio mundial de agua dulce), con 250 mil km2 en nuestro país
- los yacimientos de Vaca Muerta, el yacimiento de litio en Cauchari, etcétera
Lamentablemente, las enseñanzas de la Guerra de Malvinas en que cada Fuerza libró su propia guerra y, salvo algunas excepciones en el nivel táctico, el accionar militar conjunto brilló por su ausencia, no se han capitalizado en su real dimensión. Desde 1983 han pasado varios mandatos presidenciales, veinte ministros del área y centenares de miembros de las comisiones de Defensa del Congreso Nacional. Es imprescindible consensuar con las principales fuerzas políticas, atento a que (disponiendo de un aceptable presupuesto) alcanzar el nivel logístico y operativo de fines del siglo pasado demandará más de tres mandatos presidenciales.
Recordemos que el artículo 75º inc. 27º de la CN impone al Poder Legislativo: “Fijar las FFAA en tiempo de paz y de guerra y dictar las normas para su organización y gobierno”; y el artículo 99º inc.14º al Poder Ejecutivo: “Dispone de las FFAA, y corre con su organización y distribución según las necesidades de la Nación”
Dice Georges Clemenceau que “La guerra es demasiado seria para dejarla en manos de los militares”, aquí la defensa en los últimos cuarenta años estuvo en manos civiles.
Hoy:
- La Fuerza Aérea no puede controlar eficientemente el espacio aéreo por insuficiencia de radares adecuados, aviones interceptores aptos, leyes que disuadan a quienes avancen sobre él, y limitados medios de transporte.
- La Armada no dispone de submarinos, tiene serias dificultades para operar con su flota de superficie y no posee los necesarios medios aéreos para patrullar y controlar nuestro mar.
- El Ejército tiene gran parte de sus elementos anticuados u obsoletos, y otros carecen de operatividad por falta de repuestos y mantenimiento, principalmente los medios motorizados, mecanizados, blindados y aéreos (helicópteros).
- Las tres Fuerzas se ven afectadas en el racionamiento diario y carecen de la indispensable munición para el adiestramiento.
- El presupuesto actual es el más bajo de la historia, el 0,7 % del PBI, que comprende todo lo relacionado con educación, adiestramiento operativo y logística
Las FFAA tienen una capacidad dual y, por supuesto, continúan cumpliendo con sus misiones subsidiarias, que son: "participar en misiones de paz en el mundo en el marco de las Naciones Unidas, apoyar a las bases en la Antártida y contribuir con la actividad científica, y brindar apoyo solidario a nuestra comunidad y a la de países de la región ante emergencias y desastres naturales"
Es inobjetable la subordinación de las FFAA al poder político y el compromiso de las mismas con las instituciones de la República y con los DDHH. Es conocida la desatención de que fueron objeto en las últimas décadas, no obstante, el componente humano es lo más valioso que posee el Instrumento Militar; con vocación de servicio y sano espíritu de cuerpo evitaron cualquier desmoralización y mantuvieron un ejemplar nivel profesional.
El poder político no debe olvidar que “la profesión militar carece de la máxima dignidad y jerarquía cuando las decisiones militares se basan en consideraciones puramente políticas e ideológicas” (M. Davenport y J. Stockdale; Ética militar, Sudamericana). Esto fue una constante en nuestro país desde mediados del siglo pasado (con algunas excepciones)
En síntesis, si aceptamos por ingenuidad o estupidez que no tenemos hipótesis de conflicto ¡¡estaremos enviando un mensaje peligroso y subliminal a terceros conocidos, o no!
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